Cómo entrenar a tu Dragón lleva más de 260 millones de dólares en taquilla a nivel global. Ahí nomás, dejando la vara alta para las películas del verano.
Aprovechando este home run de Dreamworks, vale la pena echar un vistazo a la mente maestra del estudio y cómo llegó hasta ahí.
Como la ex tóxica que se vuelve millonaria y se muda al lado de tu casa, Jeffrey Katzenberg transformó su despecho en la operación de venganza más exitosa y costosa de Hollywood. La historia de cómo el arquitecto del Renacimiento Disney se convirtió en su peor enemigo es tan épica como cualquier película que él mismo produjo, solo que con más abogados y facturas de $250 millones de dólares.
Jeffrey Katzenberg no era cualquier ejecutivo de Disney. Durante su década dorada (1984-1994), este hombre fue básicamente el Midas de la animación: todo lo que tocaba se convertía en oro. Bajo su liderazgo como chairman de Walt Disney Studios, la compañía pasó de estar en números rojos a generar miles de millones con clásicos como "La Sirenita", "La Bella y la Bestia", "Aladdin" y "El Rey León". Era el tipo que podía hacer que un pez cantara y que medio mundo llorara con un león muriendo en una estampida.
Pero como todo buen cuento de Disney, esta historia tiene su villano: Michael Eisner, el CEO que decidió que Katzenberg simplemente "no merecía el trabajo" cuando este buscó una promoción tras la trágica muerte de Frank Wells en 1994. Esas cuatro palabras fueron como tirar una cerilla en un tanque de gasolina. Porque resulta que cuando humillas públicamente al tipo que te generó miles de millones, las consecuencias pueden ser... costosas.
Katzenberg no se quedó llorando en su oficina. En apenas diez días después de su salida explosiva en octubre de 1994, co-fundó DreamWorks SKG junto a Steven Spielberg y David Geffen. Era como si Tony Stark hubiera dejado su empresa para crear una armadura específicamente diseñada para vengarse de su jefe anterior. Y vaya que funcionó.
La primera gran batalla campal llegó en 1998 con lo que Hollywood bautizó como "La Guerra de los Bichos". DreamWorks estrenó "Antz" en octubre, mientras que Disney/Pixar tenía planeado "A Bug's Life" para noviembre. Mismos insectos, mismas colonias, diferentes estudios. John Lasseter de Pixar acusó a Katzenberg de haberle "robado" la idea después de que este le compartiera detalles del proyecto en 1995. Katzenberg lo negó, pero el timing era demasiado sospechoso. Era como si tu ex apareciera en la misma fiesta con un outfit casi idéntico al tuyo, pero mejor hecho.
"Antz" no solo llegó primero, sino que estableció el tono de lo que vendría: DreamWorks no iba a jugar según las reglas Disney. Donde Disney vendía magia y finales felices, DreamWorks vendía cinismo inteligente y humor irreverente. Era la diferencia entre un abrazo de osito de peluche y un comentario sarcástico perfectamente cronometrado.
Pero la verdadera bomba nuclear llegó en 2001 con "Shrek". Si "Antz" había sido un golpe quirúrgico, "Shrek" fue una declaración de guerra total. La película no solo ganó el primer Oscar a Mejor Película Animada; era una parodia brutal y despiadada de todo lo que Disney representaba. Lord Farquaad era claramente una caricatura de Michael Eisner (hasta el nombre era un juego de palabras con "Fuckwad"), y cada chiste parecía diseñado específicamente para burlarse de los cuentos de hadas tradicionales que habían hecho rico a Disney.
El éxito de "Shrek" fue devastador para el ego de Disney. Aquí estaba su ex empleado, usando el conocimiento íntimo que tenía de la fórmula Disney para destrozarla públicamente y ganar millones en el proceso. Era como si César de la Parra hubiera trabajado en tu taquería, se hubiera ido enojado, y luego hubiera abierto el local de enfrente donde critica públicamente todos tus platillos mientras sirve versiones mejoradas.
Mientras las películas peleaban en taquilla, los abogados peleaban en los tribunales. Katzenberg demandó a Disney reclamando el 2% de las ganancias de todas las películas producidas durante su gestión, incluyendo los merchandising y ventas de video. Disney inicialmente ofreció $83 millones. Katzenberg básicamente les dijo que ni de chiste. Después de cinco años de batalla legal, Disney terminó pagando entre $200 y $270 millones en 1999. Para ponerlo en perspectiva: fue más dinero del que costó producir "Titanic".
Adam Aron, quien trabajó cerca de ambos ejecutivos, describió la rivalidad como "personal, visceral y completamente innecesaria". Pero innecesaria para quién. Para Katzenberg, cada dólar ganado y cada Oscar conquistado era una forma de demostrar que Michael Eisner había cometido el error más caro en la historia del entretenimiento.
El legado de esta venganza épica cambió para siempre la industria de la animación. DreamWorks demostró que Disney no era invencible, abriendo las puertas para que otros estudios desafiaran su hegemonía. La competencia obligó a ambos estudios a innovar, experimentar y elevar la calidad de sus producciones.
Reflexión final:
La historia de Katzenberg vs. Disney es la prueba perfecta de que en Hollywood, como en la vida, nunca debes subestimar a alguien que conoce todos tus secretos y tiene suficiente dinero para vengarse. Michael Eisner quizás pensó que estaba protegiendo su trono, pero en realidad estaba creando a su némesis más formidable. La ironía es deliciosa: Disney, la empresa que nos enseñó que los sueños se hacen realidad, accidentalmente convirtió la pesadilla de Katzenberg en el sueño dorado de DreamWorks. ¿Será que a veces la mejor venganza no se sirve fría, sino animada en CGI con una banda sonora de Smash Mouth?